Pastorear o no pastorear

Ser un anciano en esencia es ser un pastor, así lo enseña Pedro: “… a los ancianos entre vosotros, exhorto yo, anciano como ellos y testigo de los padecimientos de Cristo, y también participante de la gloria que ha de ser revelada: pastoread el rebaño de Dios entre vosotros…” (1 Pedro 5:1-2ª [LBLA], ver también Hechos 20:28). Esto implica más que participar de las reuniones de ancianos y tomar decisiones, o asumir un papel predominante en las reuniones de la iglesia. Implica “velar por el rebaño” (1 Pedro 5:2b) y “ser ejemplos del rebaño” (1 Pedro 5:3). Significa cuidar del pueblo de Dios en distintos niveles. ¿Cómo puede un anciano ocupado, que tiene su propio trabajo secular y responsabilidades de familia, cuidar del pueblo de Dios de una manera efectiva y oportuna?

Unidad genuina versus falsa unidad

Para un pastoreo efectivo, es de importancia fundamental y estratégica que los ancianos sirvan en unidad los unos con los otros. La “genialidad” de la pluralidad de ancianos se centra en que una persona no cargue sola con todo el peso; de esta manera, se trata de una carga compartida. Pero dicho peso es compartido más efectivamente cuando los ancianos sirven en armonía, edificándose unos a otros. La disfunción (cuando no se puede funcionar en unidad) obviamente entorpecerá el pastoreo colectivo de las ovejas.

Pueden presentarse dos situaciones poco saludables. La primera es cuando los ancianos pasan más tiempo riñendo entre ellos que ocupándose de la tarea de pastorear. Esto sucede cuando hay desconfianza, obstinación y otras violaciones a la lista bíblica de requisitos esperados en el carácter de un anciano (1 Timoteo, Tito 1). En esta situación no existe la confianza mutua y en consecuencia la grey queda insegura y desprotegida.

La otra situación poco saludable es cuando hay una falsa sensación de unidad al no tratar las diferencias significativas. En este escenario, la unidad cobra más importancia y se evita el desacuerdo, reprimiendo las perspectivas divergentes sobre determinados temas, todo en nombre de la unidad. Los ancianos deberían negarse a ponerse de acuerdo según el “status quo”; por el contrario, deberían aprender a abordar las diferencias con un espíritu de gracia y cooperación, y cuando sea necesario, con una firmeza piadosa. Los conflictos o temas no resueltos obstruirán el cuidado pastoral del resto de la congregación.

Pastoreo práctico

Entonces, ¿cuáles son algunas maneras efectivas y prácticas de pastorear la iglesia local? Las siguientes son algunas de las formas para atender las necesidades:

1. Enseñen la Palabra de Dios fielmente y de manera consistente. Aborden temas doctrinales y estudios consecutivos de los libros de la Biblia, y también enseñen acerca de necesidades particulares. En todo, ayuden a que las personas se mantengan arraigadas a las Escrituras. Esto podría ser considerado el cuidado “integral” de la iglesia. Esto significa que los ancianos deben estar conscientes de “las necesidades doctrinales o de contenido” de la congregación, como así también de las “necesidades espirituales cotidianas”. El pueblo de Dios necesita información, pero también necesita entender cómo dicha información puede y debe ejercer una diferencia en sus vidas, tanto en el largo plazo como en el momento actual. Puedo imaginarme el desarrollo de ciertas predicaciones de la siguiente manera: “Escuchen lo que les digo, lo van a necesitar algún día. Estos versículos son útiles”. Los ancianos deben pedir dirección para aplicar la Palabra de Dios a la condición espiritual de cada persona. No todos están preparados para estudios profundos sobre Melquisedec. No sirve de nada decir lo que dijo un predicador: “No entendieron mi mensaje porque no estaba predicando para aquella situación en la que se encontraban, sino para aquella donde deberían estar”. Animen a los hermanos a vivir según un estándar más elevado, pero no prediquen tan por encima de sus cabezas, que lo único que logren sea exhibir el conocimiento bíblico del predicador.

2. Visiten en casas o compartiendo un café. Pablo se reunía con los creyentes en Éfeso yendo de casa en casa (Hechos 20:20). Pidan la ayuda de sus esposas cuando visiten mujeres o matrimonios y familias. Se puede aprender mucho de la condición espiritual de una persona en conversaciones privadas o durante conversaciones en una casa que nunca podrían descubrirse el domingo por la mañana.

3. Acompañen a las personas en los funerales de sus parientes. Es posible que no hayan conocido a la persona fallecida, pero sí conocen a quienes están en duelo. Hemos visto grandes oportunidades para desarrollar relaciones, y a veces hemos experimentado grandes avances con personas que de otra manera serían reticentes a sincerarse respecto de su vida espiritual. Lo primordial es mostrar interés por las personas al dedicar de su tiempo para acompañarlas en su dolor. ¿Qué se puede decir en un momento como ese? A veces: “Siento mucho por tu pérdida. Estaré orando por ti”, puede ser muy beneficioso. Si el Señor guía a decir algo más, será bueno, pero es mejor ser sencillo y evitar frases trilladas. Recuerden, “Manzana de oro con figuras de plata, es la palabra dicha como conviene” (Proverbios 25:11).

4. Vayan a los eventos deportivos y presentaciones musicales de los hijos. Cuando demuestran interés en los hijos de las personas, estas personas también considerarán que los ancianos tienen un interés genuino cómo desarrollan su paternidad. Envíen notas de felicitaciones por graduaciones, compromisos, y otros eventos importantes en la vida de las personas. Conversen con los hijos el domingo o en otros eventos de la iglesia. No los ignoren. Aunque no se les facilite relacionarse con los niños, esto será muy beneficioso al demostrar que tienen interés por las familias.

5. Envíen un mensaje al hermano que predicó recientemente. Expresen su aprecio por el mensaje. Conozco a un hombre que hacía eso conmigo cada vez que yo predicaba en una pequeña iglesia cercana. Aproximadamente una semana más tarde recibía una carta con un recorte del diario acerca de un evento relacionado con mi mensaje y una nota manuscrita de agradecimiento. Si ese tipo de cosa me estimulaba, hacer algo similar con otras personas, con seguridad también será de estímulo.

6. Pregúnteles a las mujeres acerca de sus ministerios. Todos tememos tener algún enredo poco saludable con las mujeres que no están relacionadas con nosotros; algunos hombres sienten cierta incomodidad ante las mujeres. Pero, desafortunadamente, las mujeres pueden interpretar esto como falta de interés por parte de los ancianos, o que éstos tienen algún prejuicio contra ellas. Si bien debemos mantener medidas preventivas apropiadas, no debemos ignorar a las mujeres. Lo importante aquí no es obtener información (las esposas pueden ayudar con esto); se trata más bien de mostrar interés en cómo están ellas en su servicio al Señor; esto les hará saber que los ancianos tienen interés y que están atentos a cualquier problema que pueda surgir. Como ancianos debemos orar por las mujeres y sus ministerios, y, junto con nuestras esposas, debemos visitarlas y orar por ellas cuando están enfermas o en un hospital.

7. Estén atentos cuando las personas enfrenen dificultades. Alguien puede perder su empleo, sufrir una ruptura en su relación, tener luchas por ser soltero/a, o sufrir alguna decepción. Tomen nota y envíen una tarjeta en el aniversario del fallecimiento de algún ser querido. Ese primer aniversario del fallecimiento puede ser particularmente doloroso. El dejar de congregarse también puede ser un indicador de luchas internas; no den por sentado que ello significa falta de compromiso. Llamen o visiten para saber qué es lo que ocurre.

8. Pídanle al Señor que les dé un corazón de pastor. Que Dios les ayude a tener la percepción necesaria para saber cuándo las personas están teniendo dificultades, que puedan ver las señales de alerta de algún capricho espiritual, o que sepan identificar cuándo simplemente alguien necesita estímulo. A veces alguien solo necesita escuchar algo como “Realmente aprecio todo lo que eres y lo que haces en nuestra congregación”.

9. No olviden pastorearse unos a otros. Se requiere ser anciano para conocer las luchas y frustraciones de otro anciano, particularmente cuando éstas se relacionan con asuntos de la iglesia. Debemos hacernos saber unos a otros que “nos respaldaremos”, y que cualquier crítica dañina contra uno u otro será resistida y combatida. Debemos hacernos saber unos a otros que nuestro vínculo es el Señor Jesucristo obrando a través del amor que nos tenemos unos por otros.

10. Por último, oren. Especialmente para que el Señor les guíe a atender lo mencionado en esta lista y les ayude a agudizar su enfoque, poniendo algunos de estos puntos en práctica en su propio ministerio pastoral como ancianos.

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