El problema
El liderazgo bíblico es un liderazgo pastoral de ancianos, calificado y operativo. No es una junta temporal de personas encargadas de conducir y hacer las políticas de la iglesia.
La solución
Esto no debe sorprendernos. Prácticamente, en un momento u otro, ha sido necesario recuperar, corregir o revivir cada doctrina de las Escrituras. Tenemos una tendencia natural a confundirnos con la doctrina, distorsionarla o incluso perderla en su totalidad.
Este patrón lo vemos en el Antiguo Testamento, especialmente en los reyes. Se ve de manera muy vívida en el gran avivamiento de Josías (2 Reyes 22:3-23:25). Israel había perdido la Palabra de Dios, la ley de Moisés, y un día la encontraron en el templo. El templo no lo usaban correctamente, el sacerdocio no funcionaba, las fiestas no se realizaban. Israel se había desviado mucho de Dios hacia la idolatría, querían ser como las otras naciones. Este ciclo de alejamiento y restauración de la ley de Dios se encuentra a lo largo del Antiguo Testamento (el ciclo de bendición, desobediencia, castigo, arrepentimiento y liberación [Éx32:8; Jos 24:31; Jue 2:10-13, 19]). Lo vemos incluso en el Nuevo Testamento con las siete iglesias de Apocalipsis. Así que la recuperación de la doctrina es una obra continua. Pensemos en la gran Reforma del siglo XVI, cómo la verdad del evangelio tuvo que ser recuperada, cómo la posición de autoridad de la Escritura tuvo que ser restaurada. La reforma es un proceso normal en la historia del pueblo de Dios. Así mismo, este es un llamado a la recuperación o restauración de una doctrina bíblica que se ha perdido o distorsionado.
Quiero compartir con ustedes algunas citas poderosas de reformadores relacionadas con la labor continua de restaurar la doctrina y aclarar la doctrina bíblica. El Dr. S. Lewis Johnson, profesor en Dallas Seminary y Trinity Evangelical Divinity School, dijo esto: “En cada generación necesitamos una purificación iluminada de nuestras tradiciones”. Si aún no lo saben a esta altura, la tradición impera, no las Escrituras. No somos “el pueblo del Libro” como tan a menudo decimos serlo. Las tradiciones hechas por el hombre frecuentemente prevalecen sobre las Escrituras.
Los maestros y reformadores del siglo XVII, después de la gran Reforma del siglo XVI, utilizaban una frase en latín que describe lo que estamos hablando, semper reformanda, que significa “reforma continua”.
Merle d’Aubigne, un historiador francés de la Reforma, escribió estas palabras. Han tenido un gran impacto en mí, y espero que tengan un impacto en ustedes:
A medida que avanzamos a través de los siglos, la luz y la vida comienzan a disminuir en la iglesia. ¿Por qué? Porque la antorcha de la Escritura comienza a menguar y porque la luz engañosa de las autoridades humanas comienza a reemplazarla.
Espero que mediten en esta cita maravillosa de d’Aubigne.
Riecher Otto escribe: “La vida de la Iglesia depende de una cosa: su regreso a los principios bíblicos”. Y es de eso que nos ocupamos, de un regreso a la Escritura.
Nuestra autoridad es la Palabra misma de Dios, y ese es el estándar para la revisión de nuestras tradiciones y nuestras prácticas en la iglesia, y para evaluarnos constantemente: “Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia, a fin de que el siervo de Dios esté enteramente capacitado para toda buena obra”(2Ti 3:16-17,NVI).
Seamos capaces de corregir nuestros propios errores y fallas, y pongamos en práctica las verdades de la Palabra de Dios en nuestras iglesias locales, eso es lo mejor para ellas.
Para más detalles sobre este tema, mira el video de Alex Strauch aquí